¿Eres de esos padres que han tenido que incorporarse sobre la marcha a las nuevas tecnologías?¿No quieres convertir a tus hijos en “huérfanos digitales”, pero dudas acerca de si lo estás haciendo bien? Entonces, te interesa este artículo.
Seguramente, estás realizando un gran esfuerzo para adaptarte y mantenerte actualizado en el nuevo entorno online con el fin de reducir la brecha digital que te separa de tus hijos. A pesar de esto, es posible que ellos no perciban de forma positiva este progreso, considerándolo más bien, una intromisión en su espacio que puede conllevar la pérdida de su libertad.
La mayoría de los niños y adolescentes consideran que se desenvuelven “como pez en el agua” en Internet y por lo tanto, no necesitan la ayuda de ningún adulto. Pero la verdad es que es necesario que aquí también cuenten con referentes, ya que carecen de madurez y experiencias vitales, siendo igual de vulnerables que fuera de la Red. Por lo tanto, realizar una adecuada mediación parental es necesario.
Mediación parental y control parental, ¿a qué nos referimos?
Los conceptos de mediación parental y control parental suelen crear confusión e incluso interpretarse de manera incorrecta. Pues bien, la mediación parental hace referencia a la educación digital del menor por parte de sus responsables. Consiste en acompañarle en este proceso para que se realice un uso seguro y responsable de las nuevas tecnologías, velando para impedir que los riesgos de las TIC se materialicen y en caso de ocurrir, ofrecer soluciones.
Mientras que el control parental hace referencia a un tipo concreto de recurso para ejercer la supervisión en el entorno digital, que comprende aplicaciones y funcionalidades que permiten supervisar y delimitar el uso de las pantallas por parte de los menores.
Ante la duda de por cuál decantarse, es necesario aclarar que ambas son complementarias en el proceso educativo, lo adecuado es desarrollar autoridad, pero enfocada de manera positiva, aplicando tanto mediación activa (supervisión, acompañamiento y orientación) como restrictiva (establecer reglas y límites).
Se deben descartar acciones como por ejemplo, imponer un criterio, espiar o prohibir el acceso a las TIC, pues sólo conseguiremos una solución temporal que desencadenará conflictos en el hogar, haciendo perder la confianza de nuestros hijos en nosotros.
¿Te sientes perdido?¡Tenemos las claves!
Existe la idea preconcebida de que educar digitalmente y mantener ese equilibrio resulta muy complicado. Sin embargo, se trata de una apreciación errónea, pues cualquier padre o madre sin necesidad de ser un experto TIC puede desarrollar esta tarea de manera adecuada. La clave principal está en mostrar una buena disposición y contar con recursos útiles, como puede ser la guía de mediación parental de IS4K que aporta pautas y conocimientos de manera sencilla, convirtiéndolos en comprensibles para cualquier adulto.
La educación digital es esencial para que los propios menores sean capaces de enfrentarse a los riesgos de Internet de forma responsable
Tal y como muestra la Guía ”Aprender a vivir con las pantallas” el cerebro joven tiene mucha más plasticidad, maleabilidad y capacidad de cambio que el cerebro adulto y por ello es más sensible a una exposición excesiva a las pantallas. La dopamina es el neurotransmisor que se dispara cuando nos disponemos a mirar el móvil, la tablet o a jugar con nuestro videojuego preferido. El recuerdo del placer pone en marcha el circuito de recompensa, desencadenando una conducta adictiva.
Precisamente como cada etapa del menor es diferente, también debe de serlo este acompañamiento y supervisión hasta conseguir, igual que en el resto de aspectos de la vida, una autonomía.
A través del siguiente del vídeo se muestran una serie de pautas básicas que pueden ser de gran ayuda a la hora de realizar la mediación parental en cada etapa del menor. Mediante la visualización, también te quedará claro dónde encontrar en la web de IS4K los diferentes recursos en los que te puedes apoyar en este proceso.
¡En conclusión!
Las nuevas tecnologías forman parte de los menores y evitarlas o prohibir su uso carece de sentido en una sociedad cada vez más globalizada e interconectada. Los casos tratados a través de la Línea de Ayuda de IS4K demuestran que siguen existiendo carencias de padres e hijos en cuanto a habilidades TIC. Por ello, ante la duda y en determinadas situaciones más complejas, es adecuado recurrir a la ayuda profesional. En esos casos, no olvides que puedes contar con IS4K a través del teléfono gratuito y confidencial: 900 116 117.
Nota de DavidHellin: La noticia es original de OSI
Internet es una fuente de información al acceso de todos a golpe de clic. Tanto menores como adultos recurrimos frecuentemente a este medio para profundizar sobre nuestros intereses. El principal riesgo radica frecuentemente en que esta información puede no ser objetiva o neutral, favorecer estereotipos y prejuicios hacia otras personas, e incluso aportarnos una visión muy extrema de cómo relacionarnos en la Red, hasta el punto de terminar adoptando esos argumentos como nuestros y promover discursos de odio.
Los jóvenes son más influenciables que los adultos y no siempre se preocupan de contrastar la información que encuentran en Internet, lo que les convierte en más vulnerables. Además, es habitual que se dejen atrapar y sigan a supuestos líderes que parecen que saben más que ellos sobre el tema que les interesa.
¿Sabes qué le gusta a tu hijo, sobre qué se informa en Internet y cómo le influye esto? Quizás no conozcas en qué consisten las comunidades peligrosas que podemos encontrar en Internet. ¡Te lo contamos!
De los contenidos a los comportamientos violentos o intolerantes
Existen distintos tipos de comunidades peligrosas, entre las más frecuentes se encuentran aquellas que fomentan el odio y la violencia. El discurso del odio ha encontrado en Internet una vía para extenderse rápidamente, resultando sencillo encontrar noticias que hablan de encuentros entre grupos de ideologías contrarias con el fin de pegarse, webs que fomentan discursos de odio contra colectivos concretos, o casos de actuaciones de los proveedores digitales para combatir la proliferación de contenidos de carácter violento o terrorista en sus servicios.
El 85% de los menores de 15 a 16 años asegura haber encontrado accidentalmente contenidos inapropiados mientras navegaba por Internet. Otro modo de contacto es que el menor acceda a estas comunidades de manera premeditada, porque muestra cierto interés o curiosidad que le lleva a buscar información sobre el tema.
En cuanto al funcionamiento de estos grupos, normalmente están impulsados al menos por un líder o cabecilla que asume el rol de “experto en el tema” trasmitiendo sus ideas al resto, de tal modo que la comunidad llega a asumirlas como suyas. El gran inconveniente es que este tipo de comunidades no siempre son fáciles de detectar porque existen numerosos sitios web, blogs, canales o perfiles en las redes sociales que promueven contenidos xenófobos e intolerantes por motivos de raza, género, sexualidad o religión. Aunque en ocasiones aparecen de manera más abierta, ya que Internet favorece el anonimato, lo más frecuente es que se configuren como grupos privados o actúen de manera maquillada con fines aparentemente inocentes.
Es cierto que también hay entornos más propicios donde este tipo de comunidades proliferan, como pueden ser los videojuegos online basados en comunidades de usuarios o en temas que incluyen contenidos de violencia, agresividad o lenguaje soez. También en las redes sociales, en las que conviven usuarios y grupos que hacen apología del odio, a los que se puede acceder por ejemplo, a través de la búsqueda de hashtags concretos.
En el ámbito del discurso de odio en la adolescencia, la desinhibición, la falsa sensación de anonimato y la falta de empatía son ingredientes para promover comportamientos poco cívicos, imprudentes o incluso ilegales cuando interactúan con otros. Así, existen perfiles concretos de usuarios que disfrutan instigando a otros a través de la Red, como los trolls (o usuarios molestos que bombardean con mensajes a otros grupos) o los llamados haters (o usuarios que promueven el odio en la Red a través de comentarios ofensivos o mensajes hirientes) o flamers (que se dirigen a una persona específica y como consecuencia de una discusión sobre un tema concreto).
En el lado más extremo, hablaríamos de amenazas muy elevadas e incitación a la violencia explícita contra otros, traspasando incluso al mundo físico. Como práctica derivada, se puede dar situaciones de ciberbullying organizadas por estos grupos.
Reflexionando ante grupos peligrosos en línea
Como pautas generales es importante trasmitir a nuestros hijos valores basados en el respeto y la tolerancia, fomentando el diálogo sobre lo que ven en Internet y mostrándonos como un modelo de comportamiento justo y tolerante a seguir. Además, debemos observador cuáles son sus intereses, qué tipo de contenidos consumen y proponerles alternativas (por ejemplo, a través de códigos como PEGI para videojuegos). Este esfuerzo en prevención permitirá a los menores identificar y saber cómo actuar ante este tipo de situaciones.
- Cuando nuestro hijo es la víctima. Si conocemos que nuestro hijo está siendo instigado o acosado por usuarios o grupos en Internet, debemos reaccionar rápidamente. Lo primero es no cuestionarle: seguramente él juega el papel de víctima y debemos mostrarle nuestro apoyo siempre. Esta será la manera de evitar el distanciamiento e involucrar al menor en los siguientes pasos. A través de esta confianza podremos tratar de encontrar los motivos por los que el menor entró en contacto con esa comunidad y podremos tratar el origen de este comportamiento.
- Cuando es nuestro hijo el que incentiva el odio. Cuesta situarnos en este lado, pero cuando ocurre nuestro deber es reconvertir esta situación. La irritabilidad, el aislamiento, la desmotivación y la inclinación hacia ideologías totalmente diferentes a las que venían siendo habituales, son conductas comunes que nos pueden dar señales de que algo no va bien. En este caso, será conveniente abordar el tema con el menor, informarle, enseñarle a contrastar y desarrollar su propia capacidad crítica. También inculcarle la importancia de respetar y ser respetado y desarrollar habilidades como la empatía. Ante situaciones extremas, es conveniente recurrir a la ayuda profesional para abordar la situación.
- Desde los centros escolares, fomentar la sensibilización mediante campañas contra el extremismo. Desde los centros escolares se pueden desarrollar actividades formativas sobre esta temática incluso para el propio profesorado y promover acciones como «The Online Civil Courage Initiative» y «No Hate Speech Movement» que persiguen el debate positivo, manifestando su lucha contra el discurso del odio y difundiendo valores como la tolerancia y los derechos humanos.
¡Apóyate en las herramientas que tienes a tu alcance!
- Las diferentes plataformas (Facebook, Twitter, Google, Microsoft, etc.), cuentan con un acuerdo con la Comisión Europea para promover un código de conducta que combata con más eficacia y rapidez la proliferación de discurso del odio en sus espacios. Generar contraargumentos que permitan a la audiencia reflexionar desde otro punto de vista y reportar a las propias plataformas la existencia de este tipo de comunidades, también son acciones que nos ayudarán. Para ello, te explicamos cómo puedes reportar en las principales redes sociales:
- Apoyarse en la Línea de Ayuda de IS4K. Ante las primeras señales de agresividad, intolerancia o comportamientos de odio a través de las tecnologías, no dudes en buscar asesoramiento especializado en la Línea de Ayuda (900 116 117). También puedes hacernos llegar cualquier contenido peligroso o perjudicial para los menores en Internet a través de nuestra Línea de Reporte.
- Denunciar ante las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Es posible hacerlo por vía telemática. Además, la policía española ha reforzado las acciones contra el discurso del odio en Internet con la creación de la figura “agente encubierto informático” y la activación de medidas de investigación tecnológica de mensajes ofensivos y de portales que alojen contenidos que constituyan delitos de odio.
- La Ley ampara a las víctimas. No olvidemos que difundir frases racistas, o que inciten al racismo, en internet constituye un delito de odio con consecuencias penales por lo que es clave denunciar estas situaciones. El Código penal y el Estatuto jurídico de la víctima del delito protegen a las víctimas del “ciberodio” contra sus agresores. Además, el Código Penal habilita a los jueces y tribunales a destruir, borrar y retirar los contenidos de Internet.
¿Conocías en qué consisten y cómo reaccionar ante las comunidades peligrosas?, ¿te has encontrado con este tipo de contenido mientras navegabas? ¡No olvides dejarnos tus comentarios al hilo de este post! Además, si necesitas asesoramiento o crees que tu hijo podría ser víctima de ello y necesitas ayuda, cuéntanoslo a través de nuestra Línea de Ayuda, 900 116 117 (teléfono gratuito y confidencial).
Nota de DavidHellin: La noticia es original de OSI