Una preocupación clásica es qué servicios utilizan nuestros hijos, especialmente si pueden dar información personal y contactar con otras personas. Pero por lo general cuando pensamos en la lista de posibles redes sociales y servicios acabamos siempre limitándonos a Facebook y en el mejor de los casos añadimos Twitter, aunque debemos conocer más, especialmente Instagram, WhatsApp y Snapchat.
Uno de los usos básicos de las TIC es el contacto con otras personas, y para los adolescentes se trata del principal. Junto a esta función, también destaca el compartir. Compartir ideas, imágenes, comentarios, videos, noticias… todo lo que les provoque curiosidad o interés. Obviamente, para estas funcionalidades las redes sociales ofrecen una solución muy sencilla, y de entre ellas Facebook es la que destaca.
A pesar de ello, debemos tener en mente otras redes sociales muy utilizadas por los adolescentes, especialmente Twitter aunque también Instagram (según VI Estudio Redes Sociales de IAB Spain al mismo nivel que Twitter) y otros servicios que pueden ser utilizados con los mismos fines, esencialmente la mensajería instantánea con aplicaciones como WhatsApp y Snapchat.
Las redes sociales son servicios online que nos permiten contactar con otras personas, compartir información con ellas, conocer lo que hacen y les gusta… en resumen, interactuar. Pero estas posibilidades actualmente se han extendido especialmente en una dirección, la de gestionar nuestras redes sociales a través de servicios de mensajería instantánea que nos permiten compartir comentarios, imágenes, videos, audios y cualquier tipo de contenido.
Los principales problemas en estos servicios se centran en los riesgos para la privacidad (normalmente por la información aportada por los usuarios) y el contacto con personas no deseadas (posibilidades de acoso y hostigamiento).
Dado que nuestros hijos utilizan estos servicios, es recomendable que conozcamos sus posibilidades y cómo los suelen usar, aunque sea de forma introductoria.
Se trata de la principal red social. En principio los menores no pueden acceder a este servicio hasta los 14 años, al menos sin permiso de los adultos responsables, pero en la realidad nos encontramos en él con menores desde los 10-11 años de edad, con y sin consentimiento. Permite compartir comentarios, imágenes, videos, enlaces a webs y ubicaciones. También etiquetar a otros usuarios en estos contenidos y dispone de una funcionalidad de chat privado.
Las publicaciones en este servicio pueden ser compartidas con un amplio rango de personas totalmente configurable, desde abiertas a todos los usuarios hasta totalmente restringidas. Además, se puede llegar a establecer un grado de difusión diferente para cada publicación.
El contacto con otras personas también es configurable y, aunque inicialmente los contactos debían aprobarse mutuamente, a día de hoy existe la posibilidad de que un usuario siga a otro sin que la relación sea recíproca (siempre con permiso del usuario “seguido”). Los usuarios con los que se han admitido como amigos pueden ser clasificados en diferentes grupos que ayuden a organizar y discriminar quién podrá ver cada publicación.
La recomendación en este caso es mantener la configuración más restringida en función de nuestros gustos, aprovechando que se trata de la red social con más opciones de configuración al respecto. Más información sobre las opciones de configuración de Facebook en su centro de seguridad.
Al ser la red social más grande son numerosos los problemas para la privacidad que se han generado por su mal uso, pero el más llamativo y representativo de la magnitud que pueden alcanzar es este caso ocurrido en Holanda hace unos años.
Se trata de la segunda red social en importancia, y su concepción inicial es radicalmente contrapuesta a la de Facebook. Este servicio se ideó para compartir mensajes cortos (máximo 140 caracteres) de forma totalmente abierta a los demás usuarios. Con el paso del tiempo ha incorporado funcionalidades como la posibilidad de limitar la difusión de nuestros mensajes a los usuarios que aceptemos, compartir imágenes, vídeos, etc.
La edad de acceso es de 13 años, pero la realidad es similar a la comentada al hablar de Facebook. También cuenta con la posibilidad del envío de mensajes privados y permite etiquetar/mencionar en las publicaciones aunque con más limitaciones que en Facebook por tratarse de mensajes cortos.
Más información sobre las opciones de configuración de Twitter se puede consultar la sección de su centro de seguridad destinada para familias.
De entre los usos irresponsables en este caso se pueden señalar dos como llamativos por sus posibles repercusiones. Por un lado la moda de publicar fotografías de las tarjetas de crédito o débito por parte de muchos adolescentes (y de otras personas no tan jóvenes) que llevó a que algunas cuentas las recopilasen. Por otro el reciente caso de un futbolista que fue despedido a las horas de su contratación por haber publicado años antes mensajes ofensivos en Twitter hacia el que sería su nuevo club en caso de no haber utilizado la red de forma incorrecta.
Instagram es un servicio online para compartir imágenes y videos muy utilizado por los adolescentes. Al igual que en los casos de Facebook y Twitter, la privacidad de nuestra cuenta se puede configurar para que esté abierta a todo el mundo o limitarla a quienes nosotros aprobemos. La edad de acceso debe ser de 14 años (aunque se permite el uso si se obtiene permiso de padres, madres o tutores) y actualmente no parece estar tan extendida entre chavales más pequeños como las demás redes sociales analizadas, aunque poco a poco se convierte en uno de sus referentes.
Las posibilidades que ofrece a la hora de aplicar filtros y efectos que mejoren las imágenes hacen que los adolescentes utilicen este servicio como un medio para mostrarse de una forma más artística que con una mera foto al natural como en otros servicios. Se permite el etiquetado en publicaciones o comentarios y cuenta con mensajería directa, configuración de grupos y posibilidad de bloqueo de usuarios. Más información sobre privacidad en Instagram en su centro de seguridad.
Actualización 02/08/2016
Nueva funcionalidad: Stories (historias), con las que compartir fotos y vídeos que desaparecerán automáticamente a las 24 horas. Esta autodestrucción puede generar una falsa sensación de seguridad con los consiguientes riesgos añadidos para los menores.
De entre los posibles malos usos que se pueden dar a esta red destacaremos cómo algunos jóvenes con problemas la utilizan para compartir imágenes de las autolesiones que se provocan, reforzándose en estas prácticas dañinas.
Tanto en el caso de Instagram como en el de Facebook o Twitter los principales problemas se dan debido a la inconsciencia de los chavales, que publican comentarios, imágenes, vídeos y demás contenidos sin darse cuenta de la cantidad de usuarios que podrán verlos directamente y con su consentimiento implícito, ahora y puede que en un futuro (con el problema añadido de estar descontextualizados). Se debe tratar de concienciar a los niños y adolescentes sobre la importancia de la privacidad, para que cuando utilicen estos servicios sean conscientes y no cometan estas imprudencias. Siempre que sea posible deberíamos formar parte de los contactos agregados como amigos en la cuenta de nuestros hijos.
¿Cómo protejo a mi hijo en una red social?
Mensajería instantánea
Pero además de los servicios que se presentan claramente como plataformas de gestión de redes sociales, también se deben tener en cuenta otros que son utilizados del mismo modo con algunas peculiaridades. Así, los servicios de mensajería instantánea actualmente ofrecen unas funcionalidades que han llevado a que su uso sea similar al de las redes sociales pero en un ámbito más privado y restringido.
Aunque en estos servicios se limite inicialmente el número de personas con los que se contacta, también presentan nuevos riesgos, especialmente la falsa sensación de privacidad y seguridad que pueden generar al asimilarlo a una mera conversación a la que nadie puede acceder.
El servicio de mensajería instantánea más extendido permite el contacto de forma individual o mediante grupos de usuarios, pudiendo compartir en estos canales mensajes de texto, imágenes, videos, audios y ubicaciones. Pese a que la edad mínima para su uso serían los 16 años (o contar con el permisos de los adultos responsables), la práctica totalidad de los menores que cuentan con un smartphone propio usan este servicio.
Cualquier usuario del servicio puede contactar con otro, aunque el receptor puede decidir bloquear al otro usuario una vez realizado el primer contacto. A pesar de estas posibilidades el uso habitual es la comunicación con personas a las que se conoce en otros ámbitos, no usándolo para hacer nuevas amistades. Así que el servicio se usa como un mero canal, sirviendo para ampliar el círculo de contacto únicamente a través de los grupos y limitándolo a algunos amigos de nuestros propios amigos.
El principal riesgo específico es la sensación de seguridad, privacidad y confidencia que se puede generar al creer que se utiliza un canal privado, sin darse cuenta de que esta privacidad depende plenamente de que la otra persona decida o no compartir nuestros mensajes con otros usuarios. Más información sobre el uso seguro de WhatsApp en la web de la OSI.
Esta facilidad de contacto y la falsa sensación de privacidad y anonimato han ayudado a que crezcan los casos de bullying o acoso a través de este servicio.
Snapchat
Siendo un servicio similar a WhatsApp ofrece un elemento diferencial, al enviar un mensaje podemos definir la autodestrucción del mismo tras el tiempo que consideremos apropiado. Esta característica ha hecho que se trate del servicio de moda entre los adolescentes, siendo utilizado en ocasiones para el envío de imágenes que no se compartirían por otros medios, ya sea por tener un carácter sexual o por no estar estéticamente muy elaboradas.
Obviamente, el mayor riesgo que implica es la falsa sensación de privacidad y seguridad que da esta autodestrucción de los mensajes, ya que pueden ser fácilmente copiados, ya sea a través de la función de captura de pantalla de los dispositivos o haciendo una fotografía de la misma.
Este servicio solo debiera ser utilizado por mayores de 18 años, pudiendo hacerlo los adolescentes de 13 a 17 años con consentimiento de padres, madres o tutores legales. Más información sobre sus configuraciones de privacidad en su centro de seguridad.
El boom de este servicio es más reciente, pero las opciones de autodestrucción de los mensajes han hecho que sea la aplicación más utilizada para el envío de imágenes y videos de carácter sexual entre los adolescentes, aunque este uso sea minoritario.
Es necesario recordar que, al margen de los riesgos y malos usos, todos estos servicios pueden ser utilizados de formas muy positivas, no solo para el desarrollo personal y social de los adolescentes, también para su educación. Así, cuentas como @edukrte en Instagram, @jjdeharo en Twitter o páginas en Facebook como esta del IES Benazaire son ejemplos de cómo los profesores pueden utilizar estos servicios para conectar con sus alumnos, motivarles y apoyar su proceso de aprendizaje.
Nota de DavidHellin: La noticia es original de OSI